martes, 8 de abril de 2014

Cortés en las Costillas

Fotos de comunión por las paredes, olor a humedad en la habitación, el sol entrando por las persianas en un julio que hoy en día parece muy, muy lejano. No nos abrigaba más que el edredón sepia que estaba encima del colchón cubriendo estratégicamente la mitad de nuestras piernas y cintura. El resto de abrigo era tu piel; suave, tersa, casi tan blanca como la mía. Ambos parecíamos los proscritos del Sol. Hijos del eclipse lunar dijiste sonriendo. Puede que aún lo seamos, y que otro siete de julio volvamos a hacerle trampas al sol juntos, mientras acaricio una vez más un XVI-V-XI en una clavícula y simbolismo de la España de Cortés en las costillas. La vida da muchas vueltas y nos engaña en nuestra propia trampa, pero yo no quiero más sangre en nuestro mito de los que aman sin poder amar, ni alegrías tontas, ni que seamos terriblemente crueles ni más Leiva por las mañanas. No hay vis a vis que nos salve, ni cuerpo que lo aguante.  
 

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