martes, 24 de mayo de 2022

Cúrame viento, pasa para mí, sálvalos a ellos.

Creo que, desde que tengo uso de razón, soy una persona a la que el paso del tiempo, le agobia. Hay gente que quiere que pasen rápido las cosas monótonas en su vida; pero eso, a mí, nunca me ha pasado. A decir verdad, disfruto, -como decía el protagonista de Las vidas posibles de Mr Nobody- "respirando despacio porque el tiempo se ralentiza". Si tuviera que buscar un porqué lo tendría claro: disfruto - o intento- disfrutar de todos momentos de mi vida, de lo que el destino tiene preparado para mí. 

Sin embargo, en estas últimas semanas busco, paradójicamente, lo contrario. Quiero que pasen las cosas rápido: graduaciones, Evau, curso académico, frustración, nostalgia, confusión, decepción. Todo conforma   una vorágine de sustantivos comunes y adjetivos calificativos que, lejos de aportar sentido a este año, me están complicando una vida que solo quiere que llegue el verano para pasar página en algún lugar de La Rochelle, en Split con amigos, en NY (esto último, recordad,  nunca en Navidad)

Nunca había escuchado a Morgan hasta este año a pesar de las innumerables recomendaciones de algún amigo y, el otro día, me encontré llorando en mi casa como la buena sad girl que soy mientras escuchaba Sargento de Hierro. Carolina de Juan puso nombre de canción a mi estado mental: "cúrame tiempo, pasa para mí"...

Lo bueno que tiene este amigo, el Tiempo, es que siempre, SIEMPRE, pasa. 




miércoles, 11 de mayo de 2022

Venga, va.

 Siempre he creído que contar la verdad, que escribir la verdad, cierra páginas. Estos recuerdos merecen ser cerrados después de tanto tiempo en el cajón.  

Esto es un relato que se remonta a la invitación de amistad más bonita que jamás he recibido en Facebook. Era una época en la que no había iconos de fueguitos,TikToks, casi ningún like como modelo de éxito  y, mucho menos, stories de Instagram. Una época en la que yo era una romántica que fantaseaba con tener a un Nino Quincampoix en mi vida. 

Recuerdo que, volviendo de la universidad, miré el móvil que tenía por aquel entonces. Sinceramente, no recuerdo ni la marca ese móvil -que perdí unos meses después borracha en un garito- . Lo que sí recuerdo - a perfección, si me apuráis- es el mensaje que leí: 
"Llevo unos días viendo tu perfil y, después de ver tu blog, que me ha encantado, la curiosidad me llevó a buscarte en Facebook y ver tu foto de Joaquin Phoenix en Her, y querer conocerte a toda costa, espero que no te importe bla bla bla"..... ¿Que no me importe? No solo no lo hacía  (yo ya te conocía por fotos de "Tuenti" del amigo de la uni que tenemos en común) me encantaba que hubieras dado el paso de enviarme la petición de amistad que yo claramente nunca me iba a atrever a enviar por mi miedo a hacer el ridículo. Así que, sin dudar, acepté tu solicitud  emocionada. 

 Recuerdo que esos primeros días hablamos. Mucho. Muchísimo. Sin embargo, no hay bien que dure cien años (ni cien días) y  después de lo que para mí fue un corto periodo de tiempo, las conversaciones se fueron espaciando por varias casuísticas: una ruptura un poco jodida, distancias ....por mi parte, al poco encontré a un chico que siempre será una de mis "hermosas taquicardias", como dice Leiva, y cumplí con veinte años el sueño que no me atreví a alcanzar a los dieciocho: mudarme a Madrid. Tú también  (Instagram, que lo cuenta y revela todo). 
Madrid nos abrazó y engulló por separado: a mí, con paseos por Huertas, mi viejo barrio; con besos y amor por las calles del viejo Chamberí con el que, por entonces, era mi novio; me atrapó con la emoción de conseguir mi primer trabajo y, años después, reformando mi primera casa en propiedad. En tu caso fueron claramente muchos conciertos y copas de más, alguna coincidencia en Chamberí  y Malasaña jurando no conocernos, pisos compartidos y seguro que algún que otro rollo de año nuevo. 
Hubo en esos años un periodo de silencio. Te eliminé de mis RRSS, no me aportabas nada en mi vida erróneamente “perfecta”, no me acordaba de ti…hasta que volvimos a coincidir y una nueva petición de amistad, pero esta vez en Instagram, llegó en forma de notificación de iPhone. Esta vez fue mucho más fácil y sencilla que aquella tan lejana que escribiste en Facebook años atrás. Mucho más directa, menos romántica y más real. Petición que, cómo no, acepté. 


Años, muchos años después, pasó lo que  tantas veces me había imaginado, pero llegó tarde. 

Esta mañana, en  mi viaje diario en metro al colegio en el que trabajo me he dado cuenta de que todas las veces en las que pienso en esa época, pienso en tres grupos: Love of Lesbian, Rubén Pozo y en María Rodés con la Estrella de David. Mentiría si digo que no he quemado hasta la saciedad las canciones de esos grupos pensando lo que me gustaría haber tenido la oportunidad de escucharlos en directo contigo pero, después de llevar tantos años idealizando estos posibles encuentros, ahora que finalmente hemos conseguido cristalizar lo idealizados que nos teníamos en la terraza de tu casa,  vivo el colmo de que esos grupos llevan el nombre de otra persona que no eres tú.