viernes, 6 de junio de 2014

Amor es el juego

El amor...el amor, señores, es tan efímero como el vaho del café de las mañanas; una mañana empaña el cristal de tus gafas, y a la siguiente decide fundirse con los días raros.
 
El amor, ya lo dijo Sabina, es un juego en el que dos enamorados juegan a hacerse daño (mucho daño), algo de lo que se habla y  divaga más que la religión, porque es precisamente una religión y un dogma universal, ya sea en forma de amour, love, amore o amor. Adornamos el querer y el amor con prequereres cogidos de diálogos de Quim Gutiérrez en Primos, cuando en realidad tenemos la absoluta certeza de que queremos, queremos sin explicación alguna de la natura y lógicamente nos da miedo ponernos a declarar que un solo sentimiento puede tambalear nuestra integridad y el estado de bienestar personal. Bien, que lo neguemos no quita el problema.  El amor tambalea nuestro mundo cada vez que llama a la puerta 1,2,3,4 ... hasta centenares de veces y, aunque nos haga sufrir, lo deseamos y siempre lo desearemos.
 
Nos levantamos por la mañana, nos lavamos la cara y nos vemos solos delante del espejo; nos falta algo y sabemos lo que es...hasta que lo tienes y te ahogas lavándote la cara de puto y desesperante amor al que quieres y odias a la vez.
 
 
Una amiga mía me dijo una vez que quien quiere menos sufre menos y disfruta más, llamadme tonta, pero yo siempre he sido de las que quieren y sufren más.
 
 
 

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