Me he levantado a las nueve de la mañana apurando hasta el último minuto el sueño que he tenido hoy y del que sólo reuerdo dos palabras: "American Beauty". Me vienen a la mente muchas ideas cada vez que reflexiono cada palabra. Con American pienso en Walt Whitman, en la generación Beat, en los vasos rojos de fiestones americanos, en el Hollywood de los años 20, en el Sueño Americano, en Marylin Monroe y en la Guerra Civil y...en Spacey, en Kevin Spacey. Con Beauty en cambio, me ocurre algo completamente diferente, me suena a rosas, a primavera, a juventud. El problema viene cuando junto ambas. Todo queda corrompido, no hay Sueño Americano ni rosas ni primavera: Hay juventud corrompida, sueños corrompidos y truncados, realidad, antihéroes, errores y... sorprendentemente, entre todo ello HAY GLORIA. No asocio American Beauty a un sitio, lo asocio a una estación, a una carátula, a un cartel, no varios no, solamente a uno que consigue cautivar (y a veces trastornar los sentidos). "Arrebata inocencia y permite que los sentidos sucumban a un guion delicioso con un reparto y dirección excepcional"

Título Original: American Beauty.
Título en Español: Belleza Americana.
Dirección: Sam Mendes.
País: USA.
Año: 2000.
Duración: 122 min.
Intérpretes: Kevin Spacey (Lester Burnham), Annette Bening (Carolyn Burnham), Thora Birch (Jane Burnham), Wes Bentley (Ricky Fitts), Chris Cooper (Coronel Fitts), Mena Suvari (Angela Hayes).
Guión: Alan Ball.
La audacia narrativa de American Beauty consiste en el tratamiento ácido, casi burlón de uno de los mensajes más contundentes de cuantos se han transmitido en mucho tiempo. Así, asistimos a la proyección de una película de dos horas tremendamente entretenida, pero que en cada diálogo (sin excepción, y ahí está el gran mérito), está dando un puñetazo a toda la infraestructura de nuestra sociedad, hasta dejarla en escombros. Dos familias le son suficiente al guionista para crear una pasarela de personajes a cada cuál más ridículo y, a la vez, más real.
Sam Mendes, por entonces un experimentado director teatral, debutó aquí con una historia sobre la desintegración del mito americano, sobre la descomposición de un decorado humano en el que Kevin Spacey nos brinda una interpretación realmente soberbia, inspiradísima y contenida, que logra transmitir el patético heroísmo de el amor enfermizo de un hombre por la compañera de "high school" de su propia hija adolescente.
Esto y muchos detalles más que deberéis de descubrir vosotros mismo me llevan a decir que American Beauty es un título obligado para cualquier persona que se jacte de "cinéfilo" A algunos quizá les angustie la realidad, a la mayoría les entusiasmará, pero a nadie dejará indiferente ya que deja huella en el espectador. Arrasa sus emociones y en cada escena presenta un mundo por descubrir, analizar y trasladar a la vida real.
Dos palabras; Kevin Spacey, Sam Mendes y un argumento perturbador; piénsalo.